La comprensión del proceso histórico en el estudio de la Historia Militar
03/06/2020El Faro Militar
06/07/2020LA HISTORIA MILITAR Y DEL EJÉRCITO DE CHILE MÁS ALLÁ DE LA GUERRA
POR
MARÍA PAZ LÓPEZ PARRA
Historiadora
Miembro de la Academia de Historia Militar
A partir de octubre del año recién pasado, observamos el ataque y destrucción de varios monumentos a lo largo de nuestro país, siendo algunos casos simbólicos como lo sucedido con el grupo escultórico del general Manuel Baquedano. Esta situación nos ha obligado a reflexionar acerca de la frágil valoración social que actualmente se tiene de los símbolos que rinden homenaje a personajes y a hechos bélicos destacados de nuestra historia, específicamente de aquella historia que se refiere a “lo militar”.
Respecto a esto último, podríamos afirmar, sin mediar mayores discusiones, que el objeto de estudio de la historia militar lo constituyen las operaciones y campañas militares a través del tiempo, considerando aspectos como el logístico, el táctico o el estratégico. A esto, se suma la evolución del Ejército en sus más variadas dimensiones: su composición social, su doctrina, modelos de instrucción o los procesos de modernización técnica, por mencionar solo algunos. Precisamente, estos últimos temas han ido tomando la atención de los investigadores con mayor fuerza durante las últimas décadas, recurriendo a un abanico de metodologías, enfoques teóricos y fuentes documentales.
Sin embargo, pese a esta apertura temática, en amplios grupos sociales aún persiste la idea de que la historia militar es solo el estudio de la “guerra”, relegándola a una historiografía “tradicionalista” que solo se podría relacionar con el eje político-diplomático entendido en su vertiente positivista. Desde esta perspectiva, “lo militar” tiene poca vigencia en el contexto historiográfico actual, el cual privilegia nuevas teorías, actores políticos—sociales colectivos y la colaboración estrecha con otros campos disciplinarios como la antropología, la sociología o las ciencias políticas. Por razones como estas, la historiografía militar ha sido objeto constante de crítica teórica-metodológica, achacándole su preocupación casi exclusiva por los hechos épicos y los grandes personajes.
Pese a la crítica anterior, no se puede negar que todo aquello que tenga relación con lo bélico debe ser asunto de estudio de la historia militar. Sin embargo, la dedicación exclusiva a esta temática acarrea el peligro de omitir un análisis que se ocupe del Ejército operando en momentos sociales y políticos de los cuales fue protagonista más allá de los hechos de armas. Para muchos, se puede dar por sentado que la importancia de esto último. No obstante, la construcción de una valoración social de estas dimensiones de la historia militar implica fijar la atención en factores que sobrepasan el mero “conocimiento” de hechos y personajes. Sería ingenuo pensar, en nuestra opinión, que lo ocurrido con el monumento a Baquedano tiene su origen en la sola ignorancia que se tiene de su papel como destacado general durante la Guerra del Pacífico. Probablemente, cualquier otro monumento que se hubiera encontrado en aquel punto neurálgico de nuestra capital hubiera corrido la misma suerte. El problema pareciera ser más profundo y delicado pues, los discursos que se han hecho escuchar desde hace un tiempo indican la existencia de un malestar extendido respecto a la interpretación que tradicionalmente se ha hecho de nuestro pasado. Y aquí es donde la historia militar y el estudio tradicional del Ejército han sido una de las principales víctimas.
La engañosa creencia de que a la historia militar en una amalgama de datos, fechas, anécdotas y datos “curiosos” ha hecho que se piense, en no poco porcentaje de nuestra sociedad, a la historia militar como algo ajeno a la realidad de muchos chilenos. Esto se ve reforzada por la crítica, proveniente inicialmente desde el mundo académico, que se hace a la institución castrense asociándola de manera casi natural a la violencia y al abuso ejercido históricamente contra “el pueblo”.
Si fijamos la mirada en el mundo académico (englobando aquí a las instituciones de educación superior que no tiene relación con el Ejército), nos damos cuenta de que recurrentemente se ha tenido a la historia militar como objeto de un ataque crítico basado en juicios de valor totalizantes disfrazados de crítica historiográfica. En otros casos, incluso peor, la temática militar se omite totalmente. Por esta razón, no es de extrañar que, en los planes actuales de varias carreras universitaria de historia, esta especialidad se trabaje muy poco, lo cual es especialmente grave si consideramos que se trata de los futuros profesores de historia que luego ingresan al sistema escolar, generando un círculo vicioso difícil de romper si no se hace una acción consciente para revertirla.
Afrontar esta situación, implica un trabajo de construcción de significado del papel del Ejército en la historia de Chile desde sus inicios como República. La independencia, las confrontaciones bélicas con los países limítrofes o la guerra civil que tuvo lugar a finales del siglo XIX, son algunos de los procesos que comprueban la importancia de “lo militar” en la historia de Chile.
Sin embargo, de otros aspectos poco y nada se conoce. ¿Qué es lo que realmente se sabe desde el punto de vista histórico de la participación del Ejército en proceso políticos de mediados del siglo XIX o en las convulsionadas primeras décadas del siglo XX? ¿Se tiene conciencia histórica acerca de la labor social del Ejército en el proceso de alfabetización y enseñanza de oficios en los estratos sociales más pobres que se produjo a partir de promulgación de la Ley de Servicio Militar Obligatorio? ¿Qué informaciones se manejan acerca de la participación del Ejército en la integración de la Araucanía al Estado de Chile más allá de los aspectos bélicos? ¿Las interpretaciones surgen a partir de investigaciones sobre procesos históricos o de los imaginarios que de éstos se han construido? Preguntas como estas nos debieran llevar a pensar la actuación del Ejército imbricado en complejos contextos históricos, en los cuales se debe integrar aspectos como el político, social y económico, sin temor a pensar que estamos abandonado “lo militar”.
Generar un cambio en la valoración que actualmente se tiene de la historia militar, como se supondrá, implica un proceso de largo aliento. Primeramente, se debería continuar el esfuerzo que se ha ido asentando en los últimos años y que define la práctica profesional del historiador: problematizar temas, cuestionar interpretaciones vigentes, investigar profusamente, escribir y debatir. Relacionado con esto último, los historiadores abocados a estos estudios deberían generar una presencia más activa en las discusiones, en sus diferentes formatos, sobre los temas que atañen la historia militar y del Ejército. Esto último implica abandonar argumentos basados en el “orgullo militar” o en las críticas políticas dicotómicas que tanto se han podido leer en los últimos meses. La historia es más que la mera percepción y sentimiento que de ella se tiene en el presente. Es esto en lo que tenemos que trabajar.
2 Comments
Interesante y oportuno artículo de nuestra joven historiadora, cuyos planteamientos a la luz de los últimos acontecimientos en
Curacautín y Lumaco, cobran mayor vigencia e importancia. ( Bustos de O’Higgins, Carrera Pinto, Prat y Pedro Aguirre Cerda)
Excelente artículo María Paz. Mis felicitaciones!