Al principio de su vida independiente, Chile tuvo que enfrentar un corto periodo de ensayos constitucionales y tras la promulgación de su Constitución de 1833, pudo asegurar su estabilidad política y comercial. Esto lo distinguió del resto de los países de la región, sumidos en sus propios procesos internos. La llegada al poder del mariscal Andrés de Santa Cruz en Bolivia y el posterior afianzamiento de la Confederación Perú–boliviana provocó la desconfianza y rivalidad con Chile.