Ocho meses después de la ocupación de Antofagasta, al ejército chileno de operaciones, quien hasta entonces se mantuvo en una constante puesta en condiciones para enfrentar la inminente campaña, disciplinando, entrenando y equipando a su gente, por fin le llegó su hora de actuar. Solo una vez que los aprestos estuvieron listos, pudo este ejército ponerse en marcha para iniciar sus acciones, inaugurando de este modo la Campaña de Tarapacá.